Hoy me gustaría reflexionar sobre el sentido que le doy a “cultivarse” en este proyecto. Para poder explicarlo, necesito contar un poco de mi proceso personal.
Si has podido leer mi presentación, habrás visto que estudié la carrera de ingeniero agrónomo. Llegué a esa escuela por un conjunto de sincronicidades, poco después de haberme dado cuenta de que no iba a estudiar la carrera de medicina. Imagina qué desconcierto darme cuenta de que no me veía trabajando en hospitales, pocas semanas antes de hacer el examen de la selectividad. En el colegio, y en el instituto, se me daban bien por lo general todas las asignaturas, desde pequeña me gustaba la escuela, aprender y estudiar, la verdad. En el momento de elegir entre ciencias o letras, finalmente elegí por pragmatismo. Aunque me encantaban las lenguas, la filosofía, en ese momento no se veía futuro por esa opción, y me decanté por las ciencias y, más tarde, por la opción biosanitaria. Creo que estas decisiones se toman demasiado tempranamente, en un momento de la adolescencia, en el que pocos tienen una idea clara de lo que quieren hacer en la vida. La cuestión es que inicié un largo camino, en una ingeniería cuyo plan duraba 6 años, motivada por las ganas de aprender sobre las plantas (hasta el tercer año no aparecieron en las asignaturas, ¡cuánta paciencia desarrollé…!). Mi espíritu investigador, me llevó, además a estudiar un doctorado. En todo este tiempo, he recibido muchas clases, de profesores mejores y peores, y sobre todo, muchísimos contenidos. Aprendí método, ejercité la memoria, la capacidad de procesar mucha información, de análisis y de razonamiento. Todo esto, que es estupendo para ejercitar el hemisferio izquierdo del cerebro, sin embargo, se queda cojo cuando sales al mundo, llegas al campo y tienes que relacionarte con las personas y con los cultivos (sí, con las plantas, has leído bien).
Según he ido avanzando en los cursos y etapas educativas, más he echado en falta actividades que desarrollaran mi creatividad, las capacidades de relacionarme, con los demás y con el entorno, la comunicación a distintos niveles, mi educación artística…El descubrimiento y ejercicio de estas habilidades y talentos, creo que se dejan demasiado como opciones extra-escolares, o fuera del currículo académico, aunque esto está empezando a cambiar con la irrupción de los nuevos paradigmas de la educación.
Cuando terminé la carrera, comenzaron otras experiencias y aprendizajes, más vivenciales, conectados con el cuerpo, la creatividad, las relaciones en grupos (facilitación), y la Naturaleza. Fue en un proyecto de huerto colectivo, cuando me di cuenta de que a nivel profesional no me interesaba tanto el proceso de producir plantas técnicamente, como lo que ocurría, a nivel de relaciones entre los seres humanos y las plantas y el medio (la interacción con la Naturaleza). Me di cuenta de que cultivando plantas, las personas se cultivan también, primero por experiencia propia, y también cuando descubrí una disciplina que contempla precisamente eso, el desarrollo y rehabilitación de las personas a través de la horticultura y la jardinería: la terapia hortícola (supongo que en otro momento escribiré sobre ello). Fui consciente de que es necesario desarrollar habilidades que no se aprenden en las universidades y escuelas, para comprender los sistemas naturales complejos e intervenir favoreciendo los procesos de la Vida. Me di cuenta de que había mucho por descubrir, sobre mí misma, mi Naturaleza y la Naturaleza que me rodea. Con todas esas inquietudes, y necesidad de respuestas, empezaron a aparecer en mi vida experiencias y conocimientos nuevos (y muy antiguos también), relacionados con todo eso. Descubrí mis talentos como mediadora y armonizadora, de personas y espacios y mi afinidad por Todo Ello.
Como podrás imaginar, esto que es un campo que no está trillado, ha requerido por mi parte una gran apertura de mente y la exploración de nuevas formas de adquirir conocimiento, basadas en la comunicación con uno mismo y en la observación e interacción con la Naturaleza.
Volviendo al concepto de cultivarse, según la Real Academia de la Lengua Española, cultivar es:
1. tr. Dar a la tierra y a las plantas las labores necesarias para que fructifiquen.
2. tr. Poner los medios necesarios para mantener y estrechar el conocimiento, el trato o la amistad.
3. tr. Desarrollar o ejercitar el talento, el ingenio, la memoria, etc.
4. tr. Ejercitarse en las artes, las ciencias, las lenguas, etc.
5. tr. Criar y explotar seres vivos con fines industriales, económicos o científicos.
6. tr. Biol. Sembrar y hacer que se desarrollen microorganismos sobre sustancias apropiadas.
De todas las acepciones, en este proyecto, el sentido de “Cultivarme” conecta con:
- La primera, que me sirve de metáfora potente: las personas-plantas que florecen (expresan lo mejor de sí mismas) y fructifican (realizan las mejores obras). Las personas, como las plantas, tenemos necesidades, y nos desarrollamos mejor en algunos ambientes que en otros, necesitamos a veces algunas podas, de lo que ya no nos sirve, preparar nuestro terreno, ciertos cuidados…Observando y comprendiendo esos procesos naturales, comprendo e identifico procesos míos internos, que me ayudan a evolucionar.
- El segundo significado, que se relaciona con el objetivo de facilitar los medios para el auto-conocimiento y la relación con uno mismo y con la Naturaleza.
- La tercera acepción, según la cual, deseo ofrecer experiencias para descubrir nuestros talentos naturales y la Inteligencia Natural (en otra ocasión desarrollaré lo que entiendo por este concepto).
- El cuarto significado me gusta, porque toda esta forma de cultivarse, es un ejercicio al mismo tiempo de un arte, puesto que es algo que sale de cada uno, de su creatividad y esencia, con la práctica, pero también es algo científico, que se basa en un método, en la experiencia empírica, en el ensayo-error, hasta comprobar los resultados sobre uno mismo. También es un lenguaje que se aprende, que nos ayuda a comunicarnos con nosotros mismos y con todo lo vivo.
Por último, resaltar en cultivándome, la idea de proceso. Se trata de un camino de evolución. Se comienza a andar y el camino va apareciendo. Mi rol como facilitadora, consiste en caminar mi camino y acompañarte en el tuyo, sugiriendo algunas sendas, o veredas nutritivas para ti y para mi. En este camino no hay atajos, pero es uno que busca conectar conmigo/contigo y con la Naturaleza.